Carlos Orejuela le dijo adiós al fútbol: uno de los pocos peruanos que jugó en los tres grandes

Carlos Orejuela quiere tanto al fútbol, que tiene una foto de una pelota en su portada de Twitter. Mojada y sobre el verde césped, en esa misma red social también, como buen delantero que es, se anticipó a todos y dejó el mensaje de su retiro como profesional: “Jesús en ti confío ¡Soy un ganador! Dios no está muerto. El adiós”, publicó el ‘Flaco’ junto a los emoticones de una pelota, una copa y una carita alegre, pero con una lágrima.

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Siendo el futbolista más longevo en la presente edición de la Liga1 Betsson, Carlos Orejuela, de 41 años, superó a Joel Pinto quedándose así en el recuerdo de la temporada que está por terminar. También, y un récord que pocos poseen, es uno de los últimos jugadores peruanos en defender la camiseta de los tres grandes: Universitario de Deportes, Alianza Lima y Sporting Cristal.

Aunque hincha declarado de Universitario de Deportes, su carrera empezó en tienda crema. Iniciando el año 2000, un joven Carlos Orejuela tenía presencia en un cuadro que se coronó campeón. Tras conseguir el título del Apertura en el 2002, en el 2003 pasó a Sport Boys y en el 2004 cayó en Sporting Cristal. Ese año nuevamente se corona campeón. Y, por increíble que parezca, en el 2006 defendió la camiseta de Alianza Lima y también levantó el título.

Hombre récord en el fútbol peruano, Carlos Orejuela ostenta la marca de haber jugado en los tres grandes, saliendo campeón con cada uno de ellos. Toda su carrera desarrollada en el territorio nacional, también llevó los colores de la Selección Peruana. Jugando siete partidos y anotando un tanto, el ‘Flaco’, fiel al fútbol, también disputó la Liga 2.

Y es ese mismo profesionalismo que lo llevó a jugar esta temporada 2021 con Cienciano del Cusco. Con la camiseta 41 en la espalda, en clara alusión a su edad, Carlos Orejuela le ha dicho adiós al fútbol; pero, también, y en base a su Twitter: el fútbol no muere acá y, como muchos otros momentos de su vida, este es solo el final de una etapa y el inicio, seguramente, de otra. Pues “Dios no está muerto” y el fútbol tampoco.