Me pidieron un análisis de las Eliminatorias tras concluir la sexta fecha. No hay mucho que añadir a lo tanto ya dicho. El balance es negativo. Como se ha repetido muchas veces, no es solo por el último logar en la tabla, con apenas 1 gol a favor en 6 juegos, sino fundamentalmente porque no se vislumbra nada de donde aferrarse para pensar que el equipo pueda comenzar a jugar bien.
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Faltan muchos meses para que se reanuden las Eliminatorias y eso nos da la oportunidad de replantear, aunque por las obligaciones de cada jugador con sus clubes, tampoco es que se vaya a tener mucho espacio para el trabajo colectivo, algo que claramente necesita la Selección. La Copa América puede servir para tener a los indicados reunidos y comenzar a trabajar. Y el primer paso para que ese tiempo se aproveche correctamente, es que la elección de jugadores sea la mejor. No es ir a descubrir nuevos talentos, ese tiempo debe servir para apostar por ellos, trabajar a fondo y volver de la Copa América con un equipo que compita.
Es muy claro en estos días que la inmensa mayoría no ve a Juan Reynoso encabezando este esfuerzo. No deja de ser irónico, pues si algo se le reconoce, es su capacidad para lograr equipos competitivos y ganadores a partir del trabajo y el entrenamiento, cosa que no ha tenido hasta ahora y que podría tener en la Copa América. Pero sus malas presentaciones agotaron su crédito. Otra debió ser su estrategia para sortear esta primera parte del camino y llegar con vida al torneo mencionado. Lo planificó mal, pues en futbol los resultados mandan y la impaciencia reina. En consecuencia, debería ser reemplazado.
Pero lamento que el análisis mayoritario se quede en Reynoso y hacia él se dirijan las furias tribuneras. Durante la época de Gareca, las estupendas presentaciones de la selección en las Copas América y la clasificación al Mundial ruso escondieron lo mal que está el futbol peruano, el cual ha empeorado tremendamente después de Rusia 2018.
Tras el mundial y con la caída de Edwin Oviedo por razones extrafutbolísticas, tomó la batuta Agustín Lozano, quien se ha encargado de armar y administrar la peor Federación Peruana de Fútbol (FPF) de los últimos tiempos. Bajo su mando se retrocedió en todo lo avanzado. Se había conseguido el concurso de profesionales de nivel que construyeron una Federación moderna. Él los reemplazó por exempleados suyos de Chongoyape y otros amigos, quienes eliminaron toda la seriedad que se había alcanzado.
Como consecuencia, muchos auspiciadores tradicionales huyeron. La Federación tomó el control del campeonato peruano y desde entonces, la organización ha sido una lágrima, cada vez peor. Los torneos terminaban y nadie sabía con certeza quien descendió o quien ascendió o quien clasificó, porque normalmente los clubes que sostienen al Presidente buscaron en la mesa lo que no consiguieron en la cancha. Es así como hemos visto que, tras campeonatos terminados, el TAS enmendaba la plana, reponiendo equipos en primera y corrigiendo situaciones. Una vergüenza. Y no porque el TAS esté mal, sino porque la muy famosa LIGA 1, manejada totalmente por la Federación, hace las cosas muy mal y obliga al órgano internacional a imponer la justicia y cambiar lo hecho por Perú. Una de las consecuencias más visibles es estar jugando hoy con 17 equipos… y se vislumbra algo peor en el futuro cercano.
Los árbitros se han expuesto siendo manejados por órdenes de la Federación, que se anuncian a gritos y sin pudor delante de cámaras encendidas, se amenaza con WO y con pérdida de categoría a los clubes que no “obedecen”, se vulnera contratos y mucho más. El triste espectáculo de la final en Matute no solo supone responsabilidad de la dirigencia blanquiazul, sino que desnuda a una autoridad federativa inútil, incapaz de terminar decorosamente el campeonato que tanto peleó por organizar.
A nivel de resultados, somos los últimos de América del Sur. Con la excepción de Melgar en la Sudamericana pasada, todos los otros equipos bajo el mandato de Lozano han sufrido una pronta, y en algunos casos vergonzosa, eliminación internacional. La FPF mira al costado, incapaz de revertir tal situación. Porque si un equipo lo hace mal, en fin, pero si todos los equipos de un país, invariablemente, durante cinco años repiten una pésima presentación, la responsabilidad de la institución es evidente.
En menores somos un desastre. La sub-15 hizo 5 puntos y fue eliminada. La sub-17 y sub-20, terminaron en último lugar con un punto y un gol. El plan que la Federación anterior había comenzado en el interior desapareció.
Y a nivel mayores, está clara la caída. Lozano recibió un equipo mundialista. Primero fracasó en la negociación con Ricardo Gareca cuando el país futbolero clamaba por la renovación de su contrato. Ahora la Federación que él encabeza firmó un contrato pregonando el largo plazo y el trabajo integral para un cambio de nuestro futbol… y en poco tiempo debe virar sin tener un plan B. Lo peor es que queda en evidencia que nunca previó esta situación negativa que era altamente probable y para la cual, no fue capaz de cubrirse con un contrato mejor hecho, que defienda los intereses de la Federación. Porque seamos claros, si ahora se le pide a Reynoso que renuncie es porque el contrato que firmó la Federación no tiene mecanismos para esta emergencia. Es increíble (salvo que se esté pensando en pisotear el contrato como suele hacer esta Federación, que ya demostró no respetar el Estado de Derecho en el Perú).
Una aclaración final, cuando señalo a Lozano, señalo con él a sus amigos (porque dirigentes no son) que lo acompañan en su directorio cómplice (con alguna excepción como el representante de los jugadores) y, por supuesto, al montón de gente que integra una Asamblea de Bases que es la principal responsable de esta pesadilla.
Ojalá esto termine bien para nuestro futbol. Cambiando a Reynoso, con mucha suerte, podremos ver una mejor Selección, que seguirá disfrazando el verdadero problema. Por eso, la única forma de lograr un cambio real, es que los señalados en el párrafo anterior se vayan.